¿Donde quedó aquella tristeza?
Aquella que se alojaba en ese rincón
Ese donde solía alojar mis penas,
Abrazándome a todo lo que me hacía mal.
¿Dónde están esas razones?
Esas que parecían suficientes
Y necesarias para tanto dolor.
Luego de un tiempo, mi mente avanzó.
Despertó de aquel estado automático
Sentía nuevamente ser dueño de mí mismo.
Ya podía sonreír y degustar mis días.
¿Qué pasó con mi conciencia?
Toda esta travesía, merodeando
por la oscuridad, dejó más de una marca en mi razón. No es fácil caer en aquel
pozo donde tus miedos susurran a tu oído, donde tus falencias guían tu camino y
la inseguridad aterra y condiciona tus acciones.
Permanecer ahí dentro, genera una
unión con tus más profundos
pensamientos. Este lazo, ayuda a liberar las tensiones propiamente generadas
por este pozo. Quiero decir, cada día
que uno pase bajo estas circunstancias de oscuridad, tendrá una conexión con lo
que realmente su alma y conciencia desea. Entonces, me atrevo a decir que, el estar triste, ayuda a afianzar el carácter
unipersonal de cada uno, dejándonos a la vista el camino correcto, según lo que
nuestra personalidad esté destinada a ser.
¿Por qué decirlo tan
desmedidamente?
Entrar en la oscuridad, necesariamente, es el
choque que tiene una persona contra sus propias aptitudes o convicciones.
Partiendo de esto, empezamos a
bombardear nuestros murales que nos otorgan seguridad, viendo cada debilidad en
aquello que tanto nos resguardó ante
todo lo que nos pudiese haber parecido una amenaza. No sería errado pensar, que
ante esto, nuestras mentes podrían correr grave peligro en el entorno oscuro en
el que nos encontramos, pero aquí es
cuando uno empieza a replantearse, no solo esos murales de convicción, si no
todo aquello que genera inquietudes o hasta lo que nos genera placer en
nuestras vidas. En aquel pozo oscuro, todo lo que te apasiona y lo que
detestas, corre peligro de mutar en tu vida. Sin embargo, el cambio no significa
algo erróneo. Ahí es cuando, consiente o inconscientemente, nos conectamos con
lo más profundo que se encuentra dentro de nuestros pensamientos. Adversamente
de encontrarnos atrapados en un hueco infernal, contamos con una gran dosis de
razón, esa que nos mostrará lo incómodo y absurdo que se encuentra dentro de
nuestras mentes, cerca de los deseos y las proyecciones, pero que al fin y al cabo, nos darán la
estabilidad y tranquilidad que estamos buscando, guiados por la razón que
genera la oscuridad.
Cabe destacar, que no hay
seguridad de que podamos convencernos a simple vista de aquellas posibles
chances de entrar a la seguridad y tranquilidad interna. Tal vez, una
característica importante de abrazarse con la oscuridad, sea que nunca dejará
de susurrarnos al oído que tan adictivo es sentarse en el regazo del llanto y
la locura. Que consumir cada segundo de tus días, puede ser una gloriosa forma
de pasar el resto de tu vida. Destruyendo tus convicciones, dejándose llevar
por la continua búsqueda de la falsa felicidad, cayendo una y otra vez a tus
sueños rotos, viendo como cada día desperdicias una y otra oportunidad. Siempre tendremos en nuestro pesar, lo
intenso y atractivo que se encuentra en el sufrimiento.
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