En solo pensar en su cuerpo desnudo, todo el mundo recae en
mi visión, e imágenes, de muy mal gusto para cualquier hombre en su estado de agonía
a causa del amor, que resaltan desde la oscuridad de mis pensamientos y caen
para plasmarse en mi posible realidad (que optimismo el mio al caracterizar
como “posible realidad” a un hecho que en realidad es más que factible). Ya siento
muy poco el tacto conmigo mismo, pareciera que estamos en un desacuerdo mutuo,
entre el indiscutible animal dentro de mi alma y el accionista vivo que atraviesa
por todo lo predestinado a su ser.
¿Quién es este animal? Bueno, pareciera ser ese pensamiento
objetivista que nos enmarca todas nuestras decisiones tomadas con anterioridad,
nos pone en la mesa lo que paso en la tarde, mismo en la semana, alguna
situación en particular, tus entornos familiares, sociales, amorosos, el camino
de tu vida, tus gustos, tus odios, tu propio parecer o convicción estable de
nuestras mentes, para intentar bajarlo al vacío de lo absurdo y lo sin sentido.
Creo que lo escuché nombrar en otro lado, dicen que es la inseguridad.
Es la guerra de todos los tiempos, la incontrolable,
poderosa e impetuosa inseguridad, contra la propia autosuficiencia mediante la
rigurosa confianza, que hay que admitir, ganó muchas batallas al obtener
grandes resultados por el simple hecho de arriesgarse con extremada precisión comandada
por el éxito seguro. Aún así, cabe destacar que estamos en un mundo donde rige
la inseguridad, o por lo menos no puedo parar de presenciarla. ¿A donde vamos,
pues, mucho éxito y grandes expectativas parecemos buscar? ¿seré un tipo
seguro? Ah claro, es por eso que me puse a escribir, pero ¿Qué tiene que ver la
inseguridad con pensar al bosquejo de mis días sexualmente relacionada con otra
persona? ¿seré un tipo seguro?.
La tristeza de sus días se iba reflejando en sus lágrimas
mientras tecleaba con una euforia llena de pasión su descargue emocional, a su
lado su guitarra, un cenicero repleto y un vaso con whisky y hielo.
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